La música ha estado presente en todas las culturas a lo largo de la historia. Es, posiblemente, una de las formas de comunicación de mayor antigüedad entre los seres humanos, ya que la expresión mediante sonidos y bailes es anterior al lenguaje hablado. Son prueba de ello los instrumentos musicales encontrados en yacimientos arqueológicos de entre 6.000 y 8.000 años de antigüedad. También los bebés de pocos meses, responden mejor cuando nos comunicamos con ellos a través de melodías, y no con palabras.
¿Pudo ser la música la actividad que preparó a nuestros ancestros protohumanos para la comunicación verbal? Es posible. Existen diversas teorías que lo afirman. Una de ellas sostiene que la música se desarrolló evolutivamente porque fomenta el desarrollo cognitivo, es decir, del conocimiento. Otras subrayan el origen de la música como un elemento de vinculación, relación y cohesión social entre los humanos.
La música está presente siempre que las personas se agrupan: en los ritos religiosos, graduaciones universitarias, desfiles militares, acontecimientos deportivos, cenas románticas, funerales, etc. La música es, por tanto, un elemento fundamental para la vida individual, pero también para la convivencia en sociedad.
El estudio del origen evolutivo de la música, y de ésta como instinto, se remonta a Darwin, quien señaló que el instinto musical en los hombres se desarrolló a través de la selección natural, como parte de rituales de apareamiento humano. En El origen del hombre dice: “Mi conclusión es que el ritmo y las notas musicales se adquirieron con el fin de atraer al sexo opuesto”. Por su parte, el científico americano Stanley Miller afirma que la música se desarrolló evolutivamente para que los machos atraigan a las hembras, factor que hoy en día se mantiene.
Existen otras teorías posteriores, por ejemplo, para Sperber, Barrow y Pinker la música no tiene ninguna razón de ser, existe simplemente por el placer que nos proporciona.